lunes, julio 30, 2012

XVI Ultramaratón de los Cañones


Gracias a Dios

A mi esposa

Me tardé en escribir esta reseña porque tenía muchas cosas que procesar en la cabeza. Además terminé muy cansado física y mentalmente. Tardé mas de una semana en recuperarme. Por otra parte estoy solo. Regresamos de Chihuahua y mi esposa viajó a España al día siguiente. Fué un viaje planeado, así que he tenido que hacerme cargo de toda la lógistica de la casa, atender a Lucas y Frida y aparte trabajar. Pasé mi cumpleaños solo con ellos.

¡Terminé mi quinto ultramaratón! La Sinforosa me permitió salir nuevamente sano y salvo. No fué nada fácil. Hubo muchos momentos en los que me sentí muy mal. Estuve a punto de desesperarme en varias ocasiones pero le pedí mucho a Dios que no me dejara solo y así lo hizo.

Vista 360 saliendo del Ranchito

Fuí nuevamente el último lugar, pero que le voy a hacer. No soy un elite. Me preparé lo mejor que pude considerando lo que tengo a la mano. No tengo montañas en donde practicar y vivo casi a nivel del mar.

Tengo tanto que agradecer a la vida. Conocí a excelentes personas que sin tener antecedentes míos me trataron como uno mas de ellos: los Waraches Ultrarunners Athletic team de Chihuahua. Además tuve la oportunidad de reencontrarme con gente que conocí el año pasado, a mi amigo rarámuri David, que se acordó de mí, y tuve la fortuna de tener a mi lado a una persona que el año pasado también conocí abajo del cañón y que en está ocasión nos acompañamos durante la mayoría del trayecto lo que nos hizo hermanos del camino: el Doctor Héctor Obed Mendoza.

El viaje

Viajamos el jueves temprano de Dallas a Chihuahua capital y mi idea era rentar un auto y manejar ese mismo día a Guachochi. Mi amiga @vaniaposada me contactó tan pronto llegué a Chihuahua. Ella es de ahí pero vive ahora en otro lugar. El año pasado me dió muchos tips para el viaje. En su mensaje me comentó que había un grupo de corredores de Chihuahua que iban a ir también a la carrera y me recomendó irme con ese grupo pero ellos salían el viernes. Me puso en contacto con @JimmySteeler que amablemente nos acompañó a hospedarnos en un hotel: El Microtel. Buena ubicación. Cerca de muchas tiendas y restaurantes.



Al otro día salimos temprano de Chihuahua capital. Ese grupo de corredores habían rentado una Van con chofer y yo los seguí en el auto rentado. Paramos en un pueblo a la mitad del camino en donde desayunamos y platicamos un rato. En ese momento me enteré que eran los "Waraches" y que uno de sus miembros era Paco Raptor Manzanares del cual leí toda la información que encontré la primera vez que corrí este Ultramaratón.


El camino estuvo mucho mejor que el del año pasado. Fué menos sierra. Hicimos mas o menos 7 horas con todo y parada al desayuno.

En esta ocasión nos quedamos en Guachochi en el Hotel Las Cumbres, pero no lo recomiendo. Mas adelante explicaré mi experiencia.

Los paquetes y la cena 

Después de instalarnos en el hotel nos fuimos a la plaza principal. Algo que me llamó la atención fue ver muy pocos rarámuris. Recogí mi número y me encontré con mi amiga Nori. ¡Me dió un gusto muy grande!. Se había animado a correr las carreras de 10K y 21K. No sabía que iba a ir así que fue una grata sorpresa verla.


Nos fuimos con los Waraches a comer a un restaurant pero el servicio fué muy lento. Estuvimos platicando con algunos corredores. Algunos habían visto mis videos del año pasado. Me llamó la atención ver al Presidente Nacional del Partido Acción Nacional, Gustavo Madero, que había ido porque su hija iba a correr también el ultramaratón.


Esos días estaba teniando serios problemas estomacales. Sin llegar a ser específicos, la mágia no llegaba. Sentía mi estómago muy inflamado. Estaba preocupado. Después de comer algo paso y la inspiración comenzó a llegar. Tuve que despedirme rápidamente para regresar al hotel antes que otra cosa pasara. ¡Fue un alivio!


Después de arreglar esos asustos de interés personal regresamos a la plaza en donde estaban por salir los corredores de 10K. Me quedé en la meta tomando fotografías.


De ahí nos fuímos a la cena de carbohidratos. En esta ocasión la organizaron en otro lugar diferente al año pasado. No teníamos idea cómo llegar pero una señora del lugar se ofreció a encaminarnos. En la cena me encontré a mi amigo rarámuri David. Estaba con su familia. Desafortunadamente en un descuido se me perdió y ya no pude tomarme una fotografía con él.


Después de ahí nos regresamos al hotel. Yo estaba muy cansado y me quería dormir. En el hotel me encontré a otro corredor que conocí el año pasado: el señor Andrés y su esposa Claudia, que estaban poniéndose de acuerdo por teléfono con una persona del hotel que iba a pasar a recoger las bolsas de hidratación para llevarlas a la entrada del cañón. Iba a ser una gran ayuda porque el año pasado me había cansado mucho al llevarla en la espalda desde el inicio de la carrera.

Mi amiga Nori en su 10K

Me fuí a dormir y ahí comenzó mi calvario. La habitación que me asignaron estaba al lado del "lobby". La gente hablaba en voz alta. El encargado de la noche se le ocurrió encender la televisión a todo volúmen. Fue mas o menos a la media noche cuando ya no pude mas y salí a callarlos. De poco sirvió pero al menos apagaron la televisión.


Desperté a las 3 AM y ya no me pude dormir. Me comencé a vestir. Salí a las 3:45 AM de mi habitación para ver al señor Andrés pero no lo encontré en el Lobby. Me subí al auto para ver si podía encontrar a alguien en la plaza que fuera a llevar las bolsas también. Afortunadamente la camioneta del empleado del hotel estaba afuera del estacionamiendo y los corredores estaban dejando ahí sus bolsas. Ahí estaban Andrés, su esposa y Jorge. Debo confesar que me dió desconfianza dejar mi bolsa. No porque se la fueran a robar, sino por temor a que la camioneta se perdíera, descompusiera o por cualquier razón no estuviera al momento de que yo llegara al cañón. ¡Ya no podría bajar!. Total, la dejé ahí y nos fuimos a la plaza.


Al llegar a la plaza eramos de los primeros. Pudimos registrarnos rápidamente para que nos pusieran la primera pulsera.




Me encontré nuevamente a mi amiga Nori que nos fué a desear suerte en la carrera. Yo estaba muy nervioso. Me dolían mucho las piernas. Seguramente había dormido muy tenso. Era un dolor como cuando te vas a enfermar de la gripa. Me hice a un lado, me senté apartado de todos y traté de relajarme unos minutos.

Mi amiga Nori

Ironman y entrenadora Lily Figueroa

Con mi amigo Jorge


Nervios! Que pinches nervios!

Guachohi - Sinforosa

Los Waraches listos!

La carrera comenzó mas o menos a las 5 AM. Salimos como el año pasado en medio de la oscuridad. Yo llevaba dos lámparas, una tipo minero y la que uso para mi bicicleta. ¡Esa lámpara si que ilumina!.


A pesar de la altura me sentí muy bien corriendo. Podía controlar mi respiración. Lástima que venía un tipo gritando y haciéndose el chistoso. ¡Ah como me saca eso de concentración!


Pasamos por dos puestos de abastecimiento y comenzó a amanecer. Llegamos al tercer puesto de abastecimiento e iba a muy buen paso. ¡Que diferencia con el año pasado que ya iba sacando la lengua por todo el peso que llevaba en la espalda!. En el tercer puesto estaban nuestras bolsas de hidratación esperándolos.  Sin problemas encontré la mía. La llené con dos litros de agua. Me la puse y ¡Ay no mameishon! ¡Pesaba de a madres!. ¿Pues qué le echaron?. Cometí un error. Poner cosas que supuse iba a necesitar. Esa madre pesabas arriba de 5 kilos. No me vuelve a pasar... ¡Espero! Así como estaba comencé el último tramo para iniciar el descenso.


La Sinforosa

Tardé mas o menos 2 horas en llegar a la entrada del cañón. Eran las 7 AM. En la bajada encontré nuevamente a los Waraches. Paco Raptor me hizo el favor de tomarme varias fotografías. La humedad a la entrada del cañón estaba muy alta y eso empañaba mis anteojos. Casi no podía ver. Me preocupó un poco.


Cuando volví a ver a la Sinforosa me emocionó mucho. Le pedí permiso para entrar a ella. Me encomendé a Dios y comencé a bajar.



Vi a varios corredores que iban de regreso. Uno de ellos venía lastimado de la clavicula. Se había caído y golpeado en el brazo. Mi amigo el Doctor Jorge lo revisó y al parecer tenía la clavícula rota.


También vi otros dos corredores iba subiendo. Ya no iban a bajar. Le pregunté que les pasaba y me contestaron que ya era todo para ellos. No los culpo. No estoy seguro si fue una lesión o de plano se impresionaron con el cañón y la dificultad en la bajada.


La bajada del cañón tiene una pendiente muy pronunciada con muchas piedras y está muy resbalosa. De verdad impone. La salida del cañón por donde nos ven salir los familiares y espectadores no se parece para nada a la ruta por donde entramos.


En ese momento me acordé de mis guantes. ¡Madres! Pensé que los había olvidado.  No se me ocurrió buscar en mi bolsa que ahí estaban. Segundo error. Bajé el cañón sin ellos y en cada resbalón, que fueron muchos, me raspaba las palmas de las manos. Hubo una caída en particular en donde el dedo índice de la mano izquierda se dobló y se me inflamó mucho. Me dolía aunque sabía que no estaba roto pero no lo podía doblar muy bien.


En la bajada me encontré a muchas de las personas que conocí el año pasado y a nuevos corredores. Me dió mucho gusto ver a mi amiga Claudia que estaba graduándose como corredora ultra ni mas ni menos que en esta carrera.

Mi amiga Claudia

Hubo dos ocasiones en donde al bajar mi pierna cayó en una piedra y me torcí el tobillo. En una de ellas me dolió mucho pero caminé un rato en lo que se me pasó un poco el dolor.


Incansable corredor ultra Paco Raptor


En la bajada me dió un hambre espantosa. Me comencé a sentir muy pesado. Saqué una barrita y me la comí con un sandwich de crema de cacahuate. La crema de cacahuate la llevaba en unos empaques individuales que compré. Eso me reanimó muy rápido.

Los Waraches en acción

El pseudo-corredor

En realidad  no llevo mucho tiempo corriendo. Siempre he visto actitudes positivas de la gente que practica este deporte. A excepción de la vez que me empujaron en mal plan en el Maratón de New York no me había tocado ver una actitud denigrante de un "corredor". Durante la bajada encontré una corredora que se veía que estaba aterrada por las dificultades del terreno. Bajaba muy lentamente. Casi de sentones. Su cara demostraba en realidad temor. Su pareja, un hombre, en lugar de darle confianza le venía gritando insultos que no quisiera repetir, pero ojalá supiera quién era para evidenciarlo. La verdad me indignó mucho. Yo iba atrás de ella y le dije que no lo escuchara y que tuviera confianza. A él le grite que eso no estaba ayudándole mucho pero no le importó y siguió. Llegamos a un punto en donde pude pasar y los dejé atrás. No volví a verlos. No creo que llegaran a bajar.

El Ranchito

Casi a la llegada al Ranchito que es el primer punto de abastecimiento dentro del cañón me encontré a Héctor. Al cuál había conocido el año pasado y nos habíamos visto en otra ocasión en los Jugos Maratón, en el Distrito Federal. Nos reconocimos y saludamos.

En el ranchito (Héctor es el de amarillo)

Me dió mucho gusto ver que el abastecimiento en el Ranchito había mejorado mucho a comparación del año pasado. Otra cosa que me dió gusto fue saber que no era el último, hasta el momento, y que la barredora no venía cerca de mí.

Ahora encontré fruta suficiente, plátanos y narajas. De nuevo el agua estaba en cubetas. Tenían tres cubetas, dos con agua sola y una de powerade preparado. Tomé algo de powerade. Afortunadamente tenía mi bolsa de hidratación completamente llena. Le caben 4 litros. Mas el peso de las cosas que traía seguramente estaba cargando cerca de los 6 kgs en mi espalda.

Adentrándome en la zona plana del cañón

 Ranchito - Chipote

Me adentré a la zona mas plana de la ruta en medio del calor. Me cambié los lentes. Pasé por el primer puente colgante, el mismo en el que el año pasado casi pierdo la vida. Me dió gusto saber que gracias a mi video alguna gente supo que la ruta no era por ahí y lo evitó.


Saliendo del Ranchito

Algo tiene ese sitio encontra mía porque cuando estaba pasando por ahí tuve un resbalón y por poco me caigo de espaldas y me lastimo. Mejor me retiré de ahí lo mas rápido que pude.




Cuando por fín llegué al inicio del chipote me detuve para ponerme bloqueador solar. Para acabarla se me ensuciaron los lentes con bloqueador y un poco se me metió en el ojo. Aproveché para tomarme una coca cola que llevaba.

El chipote

En el chipote me encontré nuevamente a Héctor. Lo comenzamos a subir juntos. Ahi estaba otra estación con fruta. El año pasado no habia estado. Tenían narajas y plátanos. El chipote es una de las zonas que para mí son mas difíciles. El año pasado tuve varias contracturas musculares muy fuertes aquí. La subida es muy pesada. Comenzamos a subir y nos encontramos a una pareja de corredores esposos jovenes. El hombre estaba sentado en una piedra porque le estaba dando una contractura muy fuerte y no se podía mover. Su esposa siguió subiendo y de repente le chiflaba. Había veces que no escuchaba respuesta y le ayudabamos a gritarle. Hubo un momento en que no lo volvimos a escuchar. Su pareja siguió adelante de nosotros y tampoco la volvimos a ver. Seguramente ya tenían un acuerdo previo. Sin juzgar, yo me hubiera quedado con mi pareja hasta que se recuperara para seguir juntos.

Comenzando a bajar el chipote

Al llegar a la cima del chipote el camino se hace por corto tiempo plano pero después viene la bajada. Aquí fue el único punto dentro del cañón en donde mis fuerzas flaquearon. Las piernas no me respondían en la bajada, sentía que me temblaban. La mente me jugó una mala pasada. Sentí desesperación. Héctor se adelantó y lo dejé de ver. Comencé a llorar y a rezar para que Dios no me abandonara. De verdad no me podía mover. Como pude bajé del chipote y llegamos al rio verde. Afortunadamente tenía agua suficiente y no hubo necesidad de tomarla. Aunque ví a otros corredores que habían cometido el mismo error que yo el año pasado y se habían adentrado a esta zona sin agua suficiente y ahora estaban tomando de esa agua para sobrevivir.

En la bajada del Chipote me di cuenta que algo que estaba retrasándome era que la bolsa de hidratación empujaba mis short hacia abajo y constantemente tenía que estarmelos ajustando. Abajo de mis shorts normales tenía ropa de compresión pero era blanca. Tomé la decisión de quitarme los short normales y quedarme solamente con los de compresión. En los puestos de control se me quedaban viendo muy raro, como si nada mas fuera en calzones. Me daba mucha risa verles la cara cuando me veían. La verdad si me daba pena pero no me quedaba de otra.
 
Chipote - El Limón

En el Río verde pude refrescarme un poco. Esta vez llevé una de esas toallas super-absorbentes que mojaba y ponía en el cuello. Además me servían para acolchonar los tirantes de la bolsa de hidratación.

Héctor y yo nos fuimos juntos todo este trayecto. Estuvimos platicando mucho. Creo que fué en este punto cuando Héctor iba filmando un video mensaje para uno de sus amigos con un problema de salud cuando tuvo un tropezón que por poco lo lesiona. Me preocupé y le pregunté si estaba bien.  Seguimos avanzando hasta el limón. Ese lugar es un famoso porque ahi hay un árbol de limón. Ahora no me tocó probar uno de ellos.


En ese punto estaba otro puesto abastecimiento pero aquí solo encontramos agua, algunos sueros orales y unas bolsitas con frutas secas. Yo me comí otro sandwich de crema de cacahuate. También volví a llenar mi bolsa de hidratación completamente.

Ahí nos alcazaron Andrés y su esposa y nos pasaron.

Limón - Las Zetas

Saliendo del Limón viene una subida muy pesada antes de llegar a un punto conocido como las Zetas. Que son conocidas así porque hay que zigzagear en un camino para subir a uno de los puntos mas altos del recorrido conocido como La Pared.

Antes de llegar a las zetas tuve que detenerme porque me agarró un golpe de calor muy fuerte. Tuve mareos y nauseas. Me senté en una piedra a descansar. Estaba muy caliente. Héctor venía atrás de mí. Me acordé que traía dos naranjas para una emergencia. Le compartí una y me comí la otra. Eso me reanimó un poco.

Seguimos subiendo hasta llegar a las zetas. ¡Que lugar tan maravilloso! Es simplemente espectacular la vista desde ahí. Estar en la mitad del cañón y ver toda su belleza no se puede describir ni se puede mostrar en una simple fotografía.

Me quedé grabando un video de agradecimiento a mis amigos que me apoyaron y Héctor se adelantó.



La Pared

Este es el punto mas peligroso de todo el trayecto. Es un camino muy angosto que sale de una paredes del cañón en donde se cruza de un lado a otro y en el que se puede ver un precipicio muy grande. Cualquier error y puede haber una caída que podría costar la vida. La belleza del lugar impone. Me volvió a tocar cruzar ese punto solo y por poco me da un calambre en el muslo derecho.







La Pared - Rosalinda

Después de pasar por la pared hay que volver a bajar nuevamente para llegar a la base de una cascada. En ese trayecto me pasaron dos cosas. El camino es también muy angosto. Al pisar uno de los lados del camino, la tierra se venció y mi cuerpo quedó volando. Me asusté mucho. Me dolió la caída y los músculos se volvieron a contraer mucho. Por venir controlando el dolor me fuí por un camino equivocado y llegué a la cascada por otro lugar. Había corredores que me alcanzaron y también se perdieron. Tuve que volver a subir y ese lapso perdí como media hora.



Al llegar a Rosalinda me volví a encontrar a Héctor que estaba esperándome. En ese punto ya no había nada de abastecimiento, al menos eso nos dijeron. Solo agua de la cascada pero estaba muy turbia. No quise arriesgarme así que no la tomé. Ese fue otro error porque confiaba que en que tenía agua suficiente en mi bolsa de hidratación.

Me comí otro pan con crema de cacahuate mientras escuchaba comentar que atrás de mí venían como 40 corredores ya con la barredora. Héctor me preguntó si quería que me esperara a lo que le agradecí. Venía la subida final y no quería pasarla solo.

Fui el último corredor que salió de Rosalinda antes que llegara la barredora y me tocó ver como los voluntarios se repartian burritos y fruta. ¡Que gachos!  Nos hubieran regalado algo. Ni hablar.

Rosalinda - Mirador

Este trayecto es una de las partes en donde se requiere un gran esfuerzo mental y físico. Mas aún cuando hay un punto en donde se ve a lo lejos el mirador como una pequeño cubo en una de las puntas. Se ve tan pequeño que no es posible percibir alguna persona.

El agua se me acabó casi al salir de Rosalinda. En el camino hay uno o dos pequeños hilos de agua donde se puede colectar un poco pero no es suficiente para toda la subida. La espalda me dolía del peso de traer la bolsa de hidratación en la espalda por tantas horas.

En la subida nos encontramos a varios de los estudiantes que nos ayudaron a salir del cañón el año pasado. Me reconocieron unos de ellos pero no venía "El Cholo", que fué el estudiante que me acompañó en la subida el año pasado. Pedí que me lo saludaran.


Una corredora que salió de Rosalinda antes de nosotros llevaba a alguien que le iba cargando la bolsa de hidratación. Me dió la impresión que hasta lo había contratado para eso porque le iba pidiendo que le pasara cosas de la bolsa. ¡Pura envidia!. Yo lo que ya quería era botar la bolsa pero traía cosas que me podrían ayudar después.

Una persona que venía bajando nos preguntó si necesitabamos algo. Le comenté que ya no traía agua. Se ofreció a subir al mirador para traer agua y así lo hizo.

En la subida comenzamos a ver a algunos voluntarios que estaban ya subiendo de Rosalinda. Estabamos cerca de la hora de anochecer. Yo tenía mucha sed y ya estaba deshidratado. Se me hizo eterna la subida. A diferencia del año pasado no reconocí nada porque todo este trayecto ya me tocó en completa oscuridad. Por mas que subiamos no venía el fin.


En uno de los matorrales me encontré una botella de agua que estaba llena a la mitad. Sin pensalo la bebí. Alcanzamos a dos voluntarias que ya iban de subida y les pregunté su tenían agua que me regalaran y así lo hicieron. Atrás de nosotros ya venían dos de sus compañeros y dos corredores del grupo de Lily Figueroa. Los pasamos saliendo de Rosalinda porque a uno de ellos le estaban poniendo suero.

Llegamos a un punto en donde nos encontramos a la persona que nos había dicho que iba a subir por agua y traía cargando varias botellas. Me regaló una y se lo agradecí. Al poco tiempo llegamos al puente colgante.

Los voluntarios, Héctor y los corredores de Lily pasaron primero. A mi me daba mucho miedo. Mi error fue no guardar mis palos de trekking en la bolsa para agarrarme de las mallas con las dos manos. Lo comencé a pasar lentamente. Llegó un punto en donde las maderas comenzaron a crujir y por poco me paralizo. Un señor que estaba al otro lado me hizo el favor de venir y me pidió que lo tomara del hombro y eso me ayudó.




Llegué al puesto de abastecimiento y me comí un plátano. Me preguntaron si quería seguir y les dije que por supuesto. Del puente colgante al mirador son como 2 o 3 kilometros de pura subida. A la mitad de la subida me acordé que traía nada mas la ropa de compresión y saqué de mi bolsa mis shorts normales para ponermelos. No quería llegar al mirador así. La verdad me dió pena. Me costó mucho trabajo ponermelos porque no había en donde sentarme. Yo creo que desde el puesto de abastecimiento me vieron que me habia detenido porque enviaron una cuatrimoto que me preguntó si estaba bien. Me terminé de poner los shorts y seguí subiendo.

En el trayecto la luz comenzó a hacerse mas tenue, estaba anocheciendo. Algo que me dió mucha alegría fué escuchar una voz conocida que me gritaba desde arriba: ¡Sergio, apúrale que ya viene la barredora!. Era mi esposa. Tenía mucha preocupación que oscureciendo ya no me fueran a dejar continuar.

Llegué por fin al mirador y me pusieron mi cuarta pulsera de control. Ahi estaba esperándome Héctor. Me tomé una bebida de proteína que me reanimó y algo de cocacola.

Llegando al mirador

Dejé mi bolsa de hidratación con mi esposa y únicamente me traje una botella de coca cola. Me puse mi lámpara de minero, agarré la lámpara de mano y me quedé con un palo de trekking. Me puse una chamarra porque comenzaba a hacer algo de frío. Héctor decidió quedarse con su bolsa de hidratación para que le cubriera la espalda.

En medio de la oscuridad comenzamos a adentrarnos en la ruta final. Fuimos los últimos a los de dejaron salir. Me dió pena porque en el trayecto del puente colgante al mirador me encontré a 3 corredores de 100 Kms que solo les faltaba llegar al puente y regresar a Guachochi. Ya no los dejaron salir.

Salimos del mirador pasadas las 8 PM.

Mirador - Guachochi

Héctor y yo nos comenzamos a adentrar en la oscuridad del camino. Nuestras lámparas nos alumbraban muy bien sobretodo mi lámpara de mano. Ibamos caminando pero a muy buen paso. Desafortunadamente a la lámpara de mano se le acabó la pila y en lugar de ayudarme me comenzó a estorbar. A lo lejos veíamos las luces de los corredores del grupo de Lily Figueroa.

Llegamos a un punto en donde nos perdimos. Llegamos a una pared hecha de piedras. Nos separamos para buscar por dónde era el camino. Afortunadamente Héctor encontró la ruta y seguimos. Mas adelante encontramos con otro puesto de abastecimiento. Había naranjas y cocacola. Tomé un poco y me comí una naraja. Ahí fué donde me enteré que eramos los últimos corredores.

Me dí cuenta que mi gps no estaba funcionando. Estaba parpadeando una luz roja. Traté de arreglarlo mientras caminaba pero no quería perder tiempo en eso.

La noche era espectacular. Héctor me pidió que apagara mi lámpara por un momento y que volteara hacia arriba. Fueron unos segundos increibles ver ese cielo estrellado.

Seguimos avanzando y nos dió alcance una camioneta de Protección Civil que nos comenzó a abanderar. A veces se detenía en lo que avanzabamos por tramos. Tuve que hacer una parada técnica y le avisé a la camioneta que apagara la luz. Héctor se adelantó un poco.

En eso nos alcanzó una cuatrimoto y la camioneta dejó de seguirnos. Aquí vino la parte mas crítica. Pasamos por una zona en donde había agua de corría. Ya era muy de noche y los pies se me mojaron. Hasta ese momento habia tenido suerte con las ampollas. Me habían salido algunas pero nada de consideración. Fue en ese momento en donde se me formaron tremendas ampollas en ambas plantas de los pies. Comencé a sentir mucho dolor. No traía nada con que curármelas. No podía ni sentarme porque no me podría volver a levantar.  En cada paso sentía como si me enterraran agujas. Traté de concentrarme lo mejor que pude para soportar el dolor. Iba caminando en automático y por momentos tenía ganas de pararme y abandonar la carrera.

El dolor me hizo muy lento y poco a poco ví a Héctor adelantarse hasta que por momentos dejaba de verlo. Ahí fue cuando me enteré que el que nos iba acompañando era el Director Ejecutivo de Seguridad Pública que iba avisando como ibamos.

Se portó muy bien. Nos estuvo haciendo la plática. De repente se adelantaba para revisar como iba Héctor pero luego regresaba. Fue hasta que la cuatrimoto le comenzó a fallar. Al parecer estaba sobrecalentandose la transmisión porque no le daban los cambios.

Fué cuando por fin vimos las antenas de pueblo cuando la cuatrimoto se adelantó con Héctor y otra camioneta me encontró. Me dijo, ahorita lo van a acompañar.

¡Por fin llegamos a la zona pavimentada! Dos señoras y una niña se bajaron de la camioneta y se pusieron a mi lado. Me estuvieron haciendo la plática y dándome animos. Yo tenía mucha sed  y me regalaron una botella de agua.

De repente vi caminando hacia nosotros a una persona conocida. Era mi esposa que me recibió con un frío y en tono de desaprobación - ¿Y ahora qué pasó?. - Sentí mucha tristeza. Como si hubieran apachurrado mi corazón y sentí una presión en el pecho. Quize abandonar en ese momento la carrera. A escaso medio kilómetro, pero recordé unas palabras que me dedicó el año pasado el Abuelito Concho, uno de los corredores a los que mas le tengo respeto y admiración y las tuve muy presentes:


"Lo único que tenemos prohibido, es salirnos y abandonar, ya que una vez que estés frente a la manta de salida, deberás haber hecho el compromiso muy personal de terminar lo que vas a iniciar; ni las porras, ni tu familia, ni tus amigos, ni el amor de tu vida, será definitivo para que termines la maratón, ya que el único responsables eres tú"  Ing. Antonio Cortés Avila



Entiendo a mi esposa, llevaba también muchas horas esperándome y siempre quieres que la persona que amas sea la mejor. Es muy dificil poder explicar a una persona que no corre lo que se experimenta en una carrera de este tipo.

La meta

Cuando tuve la meta a la vista sentí una gran energía y comencé a correr. Las lágrimas me comenzaron a rodar. Corrí los últimos metros a pesar de las ampollas. A pesar del dolor de piernas y espalda. A pesar de los pesares. Disfruté esos últimos metros como su hubiera sido el primero. Pasé junto a mi amigo Héctor que ya había llegado a la meta. Terminé aproximadamente a las 12:20 AM siendo el último en completar el XVI Ultramaratón de los Cañones pero con la frente en alto.

No podía dejar de llorar. La gente de la meta me recibió de lo mejor. El Presidente Municipal siempre se quedó a mi lado abrazándome. Me sentaron en una silla y me pusieron una crema que tenía mentol para hacerme un masaje pero eso me bajó la temperatura muy rápido y todo mi cuerpo comenzó a temblar sin control. Me pusieron una cobija en lo que mi esposa iba por el auto para recogernos a Héctor y a mí para llevarnos al hotel. Estabamos hospedados en el mismo.

Algo que me llamó la atención fue que después de 19 horas y 20 minutos no tuve necesidad de escuchar nada de música. Llevaba mi ipod lleno de canciones para distraer mi mente pero no hubo necesidad. Fuí yo, mis pensamientos, los sonidos de la naturaleza y las pláticas con las personas que me encontré en el camino.


Compramos unos tacos porque teníamos mucha hambre y nos fuimos sin nuestras medallas. Ya se las habían llevado y nos las iban a dar el día siguiente.

 Llegamos al hotel y con trabajos me salí del auto. Me pude bañar pero esa noche no dormí. Las piernas me dolían mucho. Tan pronto me movía un poco me volvía a despertar del dolor.

El regreso

El otro día nos levantamos para ir a recoger mi medalla. Ya habían salido los corredores de 21K y me quedé tomando fotografías hasta que llegó mi amiga Nori. Tenía mucha hambre y estuvimos buscando un lugar a donde comer. En el restaurante nos encontramos a Jimmy y a los Waraches que ya se estaban preparando para regresar a Chihuahua capital.


21k

El camino estuvo muy pesado y aún no me había terminado de curar las ampollas. Manejé todo el trayecto hasta Chihuahua hasta que los Waraches nos volvieron a acompañar al hotel Microtel. Yo iba muy cansado pero no me quedaba de otra.

Mi amiga Nori terminando su 21K

Nos despedimos de los amigos Waraches sin antes agradecerles su amistad y atenciones. Llegamos al hotel y nos fuimos a cenar. Me volví a bañar y por fin pude reventarme las ampollas y limpiarlas muy bien.

Al otro día nos fuimos al aeropuerto en donde tomamos el avión para regresar a la casa. Me subí a ese avión con la promesa de regresar.


Agradecimientos

Primeramente gracias a Dios por haberme permitido vivir esta experiencia nuevamente. Muy diferente a la del año pasado. También gracias a mi papá, tía, hermanos y amigos que me apoyaron con sus mensajes. Todos estuvieron en mi corazón durante el camino. A todos los organizadores y voluntarios mi reconocimiento. A mi nuevo hermano del camino Héctor un gran abrazo.

A la vida, gracias.



Karina, esta carrera es para tí. Te amo.